sábado, 18 de abril de 2009

Dos noticias en una

REPORTAJE: El futuro del intercambio de archivos

¿Se acaba el chollo de las descargas gratis?

Parecía imposible poner puertas al campo y penalizar la copia en Internet, pero empieza a suceder: nuevas leyes y una sentencia dan respiro al negocio cultural - ¿No pagábamos ya el canon y el ADSL?

GABRIELA CAÑAS 17/04/2009


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¿Por qué comprar un disco si se puede bajar gratis por Internet? ¿Para qué ir al cine, si ya hay copias gratuitas de Gran Torino que se pueden cargar en el iPod y ver la película cuando y donde uno quiera?

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La noticia en otros webs

En 2008, en España se descargaron 32 millones de archivos de forma legal

"Los videojuegos apenas sufren piratería 'online", dice Gonzo Suárez

Las descargas de pago son el 11,5% del total en España y el 20% en el mundo

El cine se incorpora a una crisis en la que la música ya es veterana

Esta mentalidad, automática entre los nativos de Internet, está causando preocupantes destrozos a la industria cultural. En España, el cine registra cuatro años consecutivos de pérdidas en ventas de entradas mientras aumentan las descargas digitales: más de 300 millones al año.

En música, la crisis tiene mayor veteranía: ocho años consecutivos de reducción de ingresos. En el año 2000 se vendían en este país 600 millones de euros en discos. En 2008, esa cifra se ha reducido ya a los 225,2 millones.

Hasta la fecha, los intentos de la industria por perseguir y penalizar estas prácticas han dado pobres resultados. Ha ido perdiendo casi todos los pleitos contra las páginas web que ofrecen descargas gratuitas. Pero la tendencia en favor de los que claman contra la piratería parece estar cambiando.

Los acontecimientos, por orden cronológico, han sido los siguientes:

- El 1 de abril entra en vigor en Suecia la ley que persigue el intercambio ilegal de archivos y que permite la identificación del usuario que lo realiza para que indemnice a los creadores perjudicados.

- El 2 de abril, la Asamblea francesa aprueba la denominada Ley Antipiratería, que prevé incluso cortar la línea telefónica al usuario que persista en las descargas ilegales.

- El 7 de abril, es nombrada en España ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, una cineasta que ha realizado públicamente duras críticas a la permisividad existente en Internet.

- El 9 de abril, un juzgado de La Rioja condena a un joven de 22 años propietario de una página de descargas ilegales a seis meses de cárcel y al pago de 4.900 euros por lucrarse a través de dicha página.

- Ese mismo día, la comisión mixta Asamblea-Senado tumba el proyecto francés de Ley de Piratería, pero lo hace por la ausencia de diputados y el presidente Nicolas Sarkozy promete volver a la carga.

Las comunidades organizadas de internautas están soliviantadas. En Suecia, el Partido Pirata ha pedido boicotear la medida y la ley ha provocado en las primeras horas una caída del tráfico de Internet. En Francia, cuentan con el apoyo de los partidos de izquierda y en España la Asociación de Internautas ha lanzado una ruidosa campaña contra González-Sinde al tiempo que se desgañitan explicando sus razones y exponiendo sus argumentos en contra de sentencias y medidas que criminalicen a los internautas por descargarse archivos gratuitamente, algo que califican de perfectamente legal. ¿Lo es?

Víctor Domingo, el presidente de la Asociación de Internautas (www.internautas.org), lo afirma rotundamente. En España, alega, los ciudadanos pagan un canon digital (cantidades muy pequeñas en relación con el artículo adquirido) cada vez que compran un ordenador, un CD virgen, un reproductor de música o un móvil. Con el dinero recaudado por las entidades de gestión, como la Sociedad General de Autores, se compensa a los autores el dinero que dejan de percibir por el hecho de que ese mismo ciudadano se copie sus archivos en esos diferentes soportes. "Si ya has pagado el canon, ¿por qué pagar más?", se pregunta Domingo.

En la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, que representa a las entidades de gestión y a la industria, se echan las manos a la cabeza ante las afirmaciones de Domingo. "Es una barbaridad. Ellos saben que el canon no tiene nada que ver con las descargas ilegales", señalan en esta recién creada plataforma que aún no tiene web.

La ministra González-Sinde lo explica: "El canon compensa a los autores por las copias privadas que realizan los particulares: es decir, aquéllas que se hacen a partir de un original adquirido legalmente, para uso doméstico y sin ánimo de lucro. Evidentemente, la reproducción masiva de contenidos protegidos que han sido adquiridos ilícitamente y muchas veces con ánimo de lucro queda fuera del concepto de copia privada".

¿Es reproducción masiva intercambiar un vídeo, una película o una canción con otro internauta? ¿Se puede considerar que es una copia para uso privado y sin ánimo de lucro?

David Bravo (http://davidbravo.es) es un abogado de 31 años especializado en propiedad intelectual y derecho informático. Respalda la posición del condenado en La Rioja. Asegura que ha llegado a un acuerdo y no porque crea que es un delincuente, sino para evitar una demanda civil. También dice que el intercambio de archivos mediante P2P u otros canales no es ninguna trampa, sino un intercambio legal. Y añade: "El problema es que la industria es muy lenta. Tiene que darse cuenta de que esto es imparable y que su modelo de negocio debe cambiar". ¿Hacia dónde? Hacia modelos que están funcionando bien y ganan dinero, como Google o iTunes, declaran algunos.

Las campañas de los internautas españoles son vistosas y agradecidas. En ellas se habla de libertad, de gratuidad y de derechos cívicos. Como dicen en La Coalición, presentan un mundo idílico cuando la realidad es que detrás de ello hay un señor que graba una película en la sala de cine y la pone a disposición a veces ganando dinero con la publicidad que consigue para su web, como era el caso de La Rioja.

En el caso de la música, la cuestión es menos evidente. Es fácil que el origen sea totalmente legal. Una canción comprada online o a través de un CD es fácilmente copiable e intercambiable. "Lo que no tienen en cuenta los internautas es que las páginas de intercambio obligan a abrir la puerta de tu propia colección de archivos, lo que equivale a su difusión masiva y, también, a reducir la seguridad del ordenador", opina un directivo de La Coalición.

El político socialista Rafael Simancas clama contra la reclamación de la gratuidad total en favor de la cultura y el derecho a la educación. "¿Por qué no se propone también la gratuidad de la bebida y de la comida en las fiestas populares?", se preguntaba en un artículo reciente.

"No pedimos la gratuidad total. De hecho, los españoles pagamos la banda ancha más cara de Europa", dice Domingo. Banda ancha cara y poco extendida en comparación con otros países de nuestro entorno. Aunque el dato más actualizado que aporta el Ministerio de Industria es que ya disponen de ella el 44,6% de los hogares. Contactada Telefónica, no quiso entrar en el debate.

Pero volviendo a las descargas ilegales, ¿cómo frenar la sangría que cuesta tanto dinero en beneficio cesante a creadores, industria e incluso arcas estatales? La piratería es especialmente sangrante en España, campeón mundial en el asunto, pero en Industria aseguran que el Gobierno español no se está planteando ninguna regulación legal contra el P2P ni nada parecido. González-Sinde se decanta por un modelo aún vago que cumpla con los objetivos de "amplificar las oportunidades de los creadores y potenciar la red, ofreciendo a los ciudadanos una oferta de contenidos más accesible, más variada y segura".

Son multitud los analistas que sospechan que al internauta no le importa pagar los productos que consume si el pago es sencillo porque el producto siempre tendrá mayores garantías. Gonzo Suárez, creador de videojuegos, responsable del mayor éxito español en este terreno, Commandos, confirma por experiencia propia esta teoría. "En videojuegos apenas sufrimos piratería online. Utilizamos protocolos complicados y los usuarios prefieren bajarse programas con garantías", dice Suárez. "El jugador no quiere dejar de pagar, quiere accesibilidad".

La realidad es que pagar incluso por descargarse una canción, un archivo tan fácil de ser copiado o difundido ilegalmente, es un hábito en ascenso. La mala noticia es que tal aumento no es suficiente todavía como para compensar las pérdidas de los sectores afectados. Los internautas calculan que en el año 2008 se habría recaudado por el canon digital casi 226 millones de euros, cifra que no confirman oficialmente.

Ese mismo año, el álbum con más éxito en todo el mundo fue Viva la vida or death and all his friends, de Coldplay. Se vendieron 6,8 millones de unidades. De ellas, el 14% se compraron por Internet. Eso arroja casi un millón de descargas legales.

En Estados Unidos la venta de música ha superado los 1.000 millones de descargas anuales. En España, el año pasado se descargaron ya 32 millones de archivos de forma legal, lo que supuso duplicar las cifras del año precedente. El problema es que, como se decía más arriba, lo recaudado no compensa todavía ni de lejos las pérdidas que está sufriendo el mercado discográfico. Las cifras escalan a gran velocidad, pero parten de un suelo muy bajo, de modo que frente a los 225,2 millones de euros recaudados por venta de música en soportes físicos, a través de la Red sólo se vendió música por valor de casi 11 millones de euros.

Desde la asociación de productores de música de España, Promusicae, se destaca el alto índice de piratería de este país y, paralelamente, el lento desarrollo de las descargas legales. Mientras que en todo el mundo el mercado musical online supone ya un 20% del total, en España estamos todavía en el 11,5%.

Mentiras y gordas

Publicado el 17-04-2009 , por Enrique Dans. Profesor IE Business School
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Vergonzoso publirreportaje en El País, escrito por Gabriela Cañas y titulado "¿Se acaba el chollo de las descargas gratis?". Un artículo torpe, mal documentado, con un lenguaje inadecuado, espantosamente tendencioso desde su primer párrafo hasta el último... un artículo que desprestigia a todo un medio y que debería hacer que se les cayese la cara de vergüenza a todos los excelentes profesionales que me consta por experiencia que trabajan en ese periódico. Una verdadera pena.

El artículo comienza achacando a las descargas las pérdidas de una industria que se ha negado a evolucionar, a adaptarse a los tiempos, a crecer con la red en lugar de luchar contra ella. Hablar de una caída de las ventas de discos desde los 600 millones de euros en 2000 hasta los 225 millones del año pasado y hacer responsable de eso a las descargas es una falacia conceptual: los discos no se venden porque, simplemente, no tienen sentido: intentar convencer a un joven hoy en día de que compre un disco hace que te mire como si estuvieses completamente loco, y esta situación no va a cambiar. El fenómeno de las descargas no hace más que sustituir a los discos de una manera natural, y por supuesto, tan completamente inevitable como la esencia misma de la red.

Decir que los hechos recientes indican un cambio de tendencia favorable a los que están en contra de las descargas es otra vulgar mentira. Lo pondré en mayúsculas para que se lea más fácilmente: LAS DESCARGAS NO VAN A PARAR NUNCA, hagan lo que hagan y penalicen lo que penalicen. Lo único que puede parar las descargas es la llegada de otra tecnología que las sustituya porque tenga una propuesta de valor mejor para los usuarios. Nada más. Cualquier intento de detenerlas por la via legal, administrativa, del control o del cambio cultural va a fracasar miserablemente. Decir que España es "lider en descargas" también es una barbaridad que se pretende convertir en lugar común: no es cierto, el índice de descargas de la red es elevado en todas partes, incluyendo esos sacrosantos Estados Unidos donde tanto se persiguen. A pesar de la persecución y el matonismo judicial de la RIAA. las descargas no han dejado de crecer en ningún momento. A más uso de Internet, más descargas. Es lo que hay.

La verdad sobre las descargas es mucho, muchísimo menos simplista que lo que el espantoso publirreportaje de Gabriela Cañas presume. En realidad, esto no es más que una guerra económica. Todos los actores sin excepción de la industria cultural saben que las descargas son inevitables, y que les quedan menos de dos años de negar la evidencia. Todos saben perfectamente que la música se considerará un producto completamente gratuito, y hasta le han puesto plazo: el año 2011. Lo único que intentan es prolongar artificialmente la vida de un modelo imposible, basado en una legislación que el avance de la tecnología dejó completamente anticuada y de imposible aplicación. El Convenio de Berna data de 1886, y fue revisado por última vez en 1996, antes incluso de que surgiese Napster. ¿Cómo pretender que un convenio que ya de por si estaba orientado a proteger no la cultura, sino el modelo de negocio de los vendedores de copias, siga siendo de aplicación en pleno año 2009 y con ene generaciones de nuevas tecnologías transcurridas? ¿Por qué los Estados Unidos, con un Presidente tan progresista y conocedor de la realidad de la red, protegen este modelo de negocio? Simplemente, porque hablamos del único país que llegó a cambiar sus leyes para proteger a Micky Mouse: un país en el que el peso de la exportación cultural en la balanza de pagos es tan sumamente elevado, que tiene que intentar protegerla sí o sí, independientemente de que crea en ello o no lo haga. Están, simplemente, comprando tiempo de reconversión para la mayor industria de su país.

En España, la realidad es patéticamente distinta. Una industria desconectada de su mercado, que pierde espectadores todos los años, que eleva el volumen de subvenciones condicionadas a una agenda puramente política, y que no tiene peso en el conjunto de exportaciones del país salvo en algún caso muy testimonial. Y que por presiones políticas de las organizaciones internacionales se pretende proteger como si realmente valiese la pena, cuando la realidad es que lo que habría que hacer es dejarla morir para que se reinventase sin los propios vicios completamente incurables que padece.

Pero la verdad va todavía más allá: en el fondo, los políticos se alinean del lado de la industria porque temen el escenario de falta de control que la red trae consigo. Donde antes para controlar la opinión pública tenían que controlar a unos pocos medios y periodistas, ahora se encuentran con un entorno con millones de voces imposibles de controlar, con un entorno en el que no se encuentran cómodos, en el que no saben trabajar, en el que ven caer su influencia y su poder. La designación de Ángeles González-Sinde se planteó para, por un lado, crear una cortina de humo que despistase de lo realmente importante, y de paso comprobar que el impacto de una medida tan enormemente impopular e increíble como poner a esa persona como ministra tenía un impacto reducido a la red. La red, en realidad, le trae al gobierno completamente sin cuidado. Donde nosotros vemos un grupo enorme en Facebook apoyando nuestras tesis, ellos ven cuatro tristes y taciturnos gatos, gatos que ademas tienen el culo tan gordo a fuerza de ejercitar únicamente el dedo de darle al ratón que bajo ningún concepto se van a levantar de sus sillas para protestar de otra manera. La probabilidad de que un internauta aparte su cara de la pantalla para dar origen a lo que el gobierno consideraría una verdadera protesta es entre cero y nula, y eso el gobierno lo sabe perfectamente. Por eso juega como juega, por eso lo pone a prueba... por eso tenemos lo que tenemos. Un publirreportaje malo y mentiroso como el de Gabriela Cañas en El País tiene muchísima más importancia que cualquier cosa que escribamos en estos minúsculos blogs que la clase política jamás se ha tomado en serio. Una aparición en un periódico o una radio de esas que creen controlar les duele más que dos mil menciones negativas en ese Twitter que ni saben lo que es. Mañana, media España creerá que las descargas son ilegales, y aunque seguirán descargando lo que les dé la gana, lo harán con un estúpido e injustificado sentimiento de culpa, creyendo que les pueden castigar por ello.

Sigamos así. Sigamos pensando que esto es una cuestión de caprichitos, de poca importancia, de si podemos conseguir música gratis, de ser más pillos... y nos acabaremos encontrando con que Internet, la Internet que conocimos, se convierte en algo tan parecido a la radio, a la televisión y al resto de los medios unidireccionales, que acabaremos sintiendo asco de habernos conocido.

Esa es la verdad de las descargas y de la lucha que estamos viviendo. Una lucha de poder, una lucha económica, una lucha por condenar al sentido común. Lo demás, lo que nos cuenta El País y lo que nos lleva a tener una ministra tan de vergüenza como la que tenemos, son simplemente mentiras. Y además, gordas.

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