"La política es ahora la única manera de defender nuestros derechos"
El eurodiputado del Partido Pirata defiende el libre intercambio en la Red
El Partido Pirata (Piratpartiet) alcanzó, en los últimos comicios europeos, el 7,1%, de los votos en Suecia, es ya el tercer partido del país en afiliados y ha ganado un escaño en la Eurocámara. El representante que ocupará ese escaño es Christian Engström (Estocolmo, 1960), un programador informático que luchará por los derechos de los internautas, en una Cámara donde incluso "la calidad del wi-fi es espantosa", dice. "Sólo soy uno entre 736", reconoce, en referencia al resto de eurodiputados. Engström batallará contra los políticos que criminalizan el intercambio de archivos peer to peer (P2P) y quieren espiar a los ciudadanos por si se descargan contenido con copyright.
Su partido es una revolución en Suecia, y prosperó en paralelo al caso contra The Pirate Bay, el motor de búsqueda para compartir archivos. El caso se perdió. Sin ese motor, ¿a su partido se le acaba el recorrido?
No tenemos nada que ver como organizaciones, pero el caso contra ellos tiene que ver con derechos y asuntos básicos que lo trascienden y que nosotros defendemos.
El derecho a la privacidad de las comunicaciones, la gestión de la propiedad intelectual...
El meollo de todo esto es el respeto a los derechos humanos en Internet. El derecho a la intimidad está en la Convención Europea de Derechos Humanos. Aunque tenemos derecho a la privacidad de la correspondencia, muchos políticos parecen haberlo olvidado. Ven en Internet un juguete que le puedes quitar a un niño si se porta mal. Y no es un juguete, sino la infraestructura informativa más importante que tenemos.
Para usted, las leyes de la UE no protegen suficientemente la privacidad porque permiten que se controlen las descargas con el objetivo de salvaguardar la propiedad intelectual.
La intimidad una de las bases de la democracia, y si comenzamos a discutirla, la democracia se parecerá al totalitarismo. No queremos eso. El derecho a hablarle a usted o a cualquiera no sería anónimo porque todo estaría controlado. El copyright tiene mucho que ver. Tal y como está regulado ahora es contradictorio con las libertades civiles. La única manera de proteger el copyright vigente es controlarnos para ver si lo infringimos. No estamos dispuestos a pagar ese precio ni a proteger el modelo de negocio de la industria.
¿Ganaron en las urnas lo que The Pirate Bay perdió ante la ley?
Es una de las razones, pero hay más. El 1 de enero entró en vigor una ley que permite al Estado interceptar toda comunicación telefónica o electrónica dentro de Suecia. En abril, el desarrollo de la directiva sobre la aplicación de los derechos de propiedad intelectual permitió a la industria del cine conocer las direcciones IP [por las que se puede localizar un ordenador conectado a Internet] de los que intercambian archivos. Después llegó el veredicto de The Pirate Bay, lo que supuso un shock.
En España, el programador Pablo Soto se enfrenta a una demanda de 13 millones de euros, no por violar el copyright, sino por diseñar un programa P2P.
El sistema legal se ha vuelto injusto, hasta condenar a personas que no han incumplido la ley. La única vía para proteger nuestros derechos es, en este momento, la política, no los tribunales.
El reto a Microsoft lanzado por Google, que ha anunciado un sistema operativo propio... ¿acabará por crear un gran monopolio on-line?
Mientras que el software sea de código abierto y se base en sus principios, no veo ningún problema. Si deja de ser open source e introduce programas espía, nos llevará 15 minutos modificarlo y acabar con cualquier posición dominante.
¿Cómo se puede conciliar el interés legítimo de la industria cultural y el de los internautas?
Es una pregunta equivocada. No hablamos de internautas, sino de ciudadanos que tienen derechos. Nosotros, los ciudadanos, hacemos las leyes. La industria es un negocio y... ¡me da igual! Tienen que adaptarse a las leyes y a la realidad de Internet o dedicarse a otra cosa. No tiene que haber ninguna conciliación. Lo que cuentan son los ciudadanos y sus derechos, no cómo se lucren las corporaciones.
Muchos defienden que su planteamiento deja a la sociedad abocada a una crisis cultural.
La cultura está floreciendo como nunca antes. En realidad, si se fija en la industria cinematográfica, que se queja una y otra vez, verá que Hollywood nunca ha tenido un mejor año que en 2008. En cuanto a las discográficas, han perdido el 50% en las ventas, lo que es excelente. Ya hemos hecho la mitad del trabajo, porque ahora ya no las necesitamos para distribuir música.
¿Apuesta por erradicar las discográficas?
Hace un siglo había mucha gente vendiendo hielo y su sector dejó de ser necesario cuando llegó la nevera. Sería ridículo prohibir la nevera para proteger al sector del hielo, del mismo modo que sería estúpido introducir un canon o impuesto por utilizar la nevera, ¿no? Es lo que nos proponen. Si no pueden ganar dinero, que se dediquen a otra cosa, pero que no reduzcan las libertades civiles.
¿Corremos el riesgo de no tener nada que meter en la nevera?
Napster nació en 1999. Nosotros no queremos introducir el intercambio de archivos masivo. Ya está ahí. Cualquiera que compruebe las estadísticas de beneficios del sector cultural en los últimos diez años se dará cuenta de que han aumentado conforme al nivel de vida. La gran diferencia en el sector de las discográficas es que mucho menos dinero acaba en los directivos de la empresa, lo que significa que sí termina en los que realmente hacen música. Cuando antes sólo un 5% de los beneficios del CD iban al artista, ahora se queda un 50% del dinero de sus conciertos. Es fantástico.
¿Cuál será la primera directiva que impulsará?
Lo más urgente es enterrar el Paquete Telecom para que no legitime leyes como la de los tres avisos en Francia y otras parecidas en países como el Reino Unido. Lo más importante es convencer a la UE de la necesidad de que proteja también en Internet los derechos humanos de sus ciudadanos.
¿Ha pensado en promover formaciones como la suya en otros países?
En la actualidad no tenemos ninguna iniciativa en marcha. Crear un partido es muy difícil, tiene que provenir de los ciudadanos del propio país. Eso sí, las amenazas contra las que luchamos y la defensa de Internet es similar en todos los países. Nosotros hemos demostrado que es posible hacerlo y deseamos toda la suerte del mundo a otros piratas europeos.
Quizás en otros países no sea tan fácil como en Suecia, con casos como The Pirate Bay.
No lo creo. En Alemania, por ejemplo, hay un movimiento pirata muy importante y en el que confiamos, porque las elecciones generales están a la vuelta de la esquina [septiembre]. Al fin y al cabo, sobre Internet compartimos las mismas inquietudes y formaciones como el Piratpartiet son posibles en toda Europa. También lo son en España.
Un informático entre 736 políticos
Como cualquier nuevo eurodiputado, con la maleta a cuestas, Christian Engström se ha perdido esta semana en los pasillos de la sede de la Eurocámara en Bruselas. Prefiere evitar el bar de los diputados y salir fuera, quizás para desconectar un rato de “la maravillosa revolución que es Internet”. Sin embargo, Engström está muy lejos de ser acrítico con la Red, a la que le ha consagrado buena parte de su actividad profesional. “A mi hijo, que es menor de edad, le digo que no utilice su nombre en las redes sociales”, confiesa. “Una vez que haces algo en Internet, la huella nunca desaparece”.
Programador durante 20 años en pequeñas empresas, Engström lo dejó para dedicarse al software libre y, cuando se enteró por televisión de la existencia del Partido Pirata, se decidió a unirse a ellos.
El primer eurodiputado pirata se ha integrado en los Verdes, coautores de la “enmienda 138” que le paró los pies a los 27 Gobiernos, decididos a permitir que las proveedoras de Internet puedan ser las responsables de vigilar qué tipo de archivos comparten los usuarios.
Los piratas suecos denuncian que, en su país, “una de las democracias más avanzadas de mundo”, eso ya está ocurriendo. Por eso cada correo electrónico que manda Engström incluye en la firma una advertencia. “¡Atención! Los e-mail hacia y desde Suecia o que pasen por servidores en Suecia, son controlados por el Organismo Nacional de Radiodefensa” (FRA), la autoridad del Gobierno que, en nombre de la seguridad y la lucha contra el terrorismo, “viola desde abril un derecho, el de la privacidad, que nos aleja del totalitarismo”.
Christian Engström confía en que, dentro de 20 años y con Internet todavía más integrada en la vida diaria, la generación de su hijo se pregunte extrañada: “¿En qué pensaban al pretender controlar la Red?”.
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