domingo, 5 de abril de 2009
Que lo haga otro
Acompaña al efecto estrellita en la búsqueda del éxito. Mejor que lo haga otro, uno de los capítulos más recomendables de los Simpsons, que aunque trata otras cuestiones, viene al pelo para explicar la evolución del artista en nuestro país.
"Que lo haga otro" no es más que el espíritu de la bohemia hecho realidad. La sensación de que si eres suficientemente bueno en el mundo de la música, alguien realizará el trabajo sucio por tí.
Como planteamiento inicial no está nada mal, yo también me apunto a que me hagan el trabajo sucio. Sin embargo, cuando ese trabajo sucio no se conoce, aunque no se haga, pasa lo que pasa.
Ante multitud de artistas interesados en llegar al éxito y una ingente industria musical dispuesta a fabricar productos como churros, el mercado se volvió loco y los artistas corrían de una discográfica a otra, como si de la Liga de las Estrellas se tratara. Firmando contratos por 5 discos, cediendo los derechos de por vida o vendiéndolos por dos duros.
Ese que lo haga otro, al final llevó a un cabreo generalizado y muchos grupos vieron cohartada su creatividad y estaban sujetos a plazos cameleónicos para cumplir con los requisitos del contrato discográfico, mientras otros seguían disfrutando, sobre todo los 'intérpretes a secas' para los que la industria tenía preparados dos discos y un recopilatorio en menos de tres meses, y aquellos que fueron más listos a la hora de comprometerse o aceptar un adelanto.
Los medios de comunicación y la publicidad, alimentaban esta sensación entre los más jóvenes, a los cuales además se les presenta la oportunidad de participar en programas como "Operación Triunfo" o el gran éxito de Canal Sur "Se llama Copla" que alimentan las ganas de éxito y el "mamá, quiero ser artista", continuando con una estructura de "fabricación comercial de artistas". Esto no tendría nada de malo, a no ser que tengamos en cuenta el hecho de que existen muchos artistas en España que no han tenido la oportunidad de llegar a la gente si no eran capaces de convencer a alguien implicado en el mundo de la música, o bien, si no se amoldaban a lo que marcaba la discográfica sobre su forma de vestir, el diseño del disco o la gira de conciertos. El principal motor, como siempre el dinero, que no la música, ni la cultura musical.
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