viernes, 24 de abril de 2009

Soluciones a la cultura en Internet

Amanece el día con la sorpresa del Cerco a las descargas en internet. La noticia cuenta con más de 189 comentarios y el primero, se realizó a las 07:50 h. de la mañana. Sólo son las 12:00 h.
La mayoría de los comentarios van en torno a los siguientes temas:

1. Si me quitan el emule me doy de baja en internet.
2. Si me quitan el emule es cuando no voy a ir al cine, ni me voy a comprar un solo disco.
3. ¿Pero no pagamos el canon?
4. Pero si los programas P2P son legales
5. Pues que el PSOE se olvide mi voto si va a aplicar estas normativas
6. ¿Y que pasa con los contenidos de Creative Commons que se intercambian entre redes p2p?
7. Robar a través de internet es un delito.
8. El cine español es una mierda
9. Yo me descargo cosas que no podría conseguir de otra manera.

También se añaden palabras como fascismo, censura, control, votar en blanco, piratería, etc.

Por un lado, parece increíble el desconocimiento general y por otro, parece razonable, ya que derechos de autor, acceso a la cultura, canon digital y copia privada, entre otros términos, se entremezclan en el mundo físico y digital, y montan un gran jaleo de información y contra-información, de posturas afines y encontradas. Un tema inmenso. Sin embargo, algunas cosas son indiscutibles, escojas en la postura que escojas:

a) El derecho a comer del autor
b) El derecho del público a acceder a la cultura.
c) El derecho a la privacidad

Aunque el tema es amplio, podemos intentar generar un resumen o histórico de la situación, que nos ayude a entender el calado de la misma.

Así empezó todo

Ante la aparición de Internet y de los programas P2P, se pone en marcha una campaña, a través de las Entidades de Gestión de Derechos, para frenar la pérdida de beneficios de sectores como el cine y la música, totalmente en contra de la filosofía capitalista, ya que la competitividad en el mercado permite que el público se decida por un servicio u otro. Si antes, el servicio era fabricarte ese CD y colocarlo en el Sevilla Rock, o producir una película y estrenarla en el multicine Alameda, ahora el servicio significa poder acceder a toda esa cultura desde tu casa.

Evidenteme, el usuario es el que se adelanta a las circunstancia y crea programas de intercambio. El mundo cultural en España se abre y se generan dos tipos de consumidores:
a) el que se baja todo lo que le gusta y no investiga más allá (normalmente está obsesionado con Chenoa y David Bisbal) y b) El que descubre nueva música, nuevos directores, nuevas películas y accede a una cultura que no se distribuye ni en el Sevilla Rock, ni en el cine Alameda.

La reacción lógica de la industria, siguiendo las líneas del capitalismo, debería haber sido, según muchos expertos, generar servicios de mayor calidad en la red, facilitando la descarga bajo pago o a través de cuotas de cineclub online, estrenos mundiales, etc. En ese momento, la industria todavía contaba con un soporte financiero aceptable, como para generar nuevas ventanas para la promoción y comercialización de los productos culturales.

Sin embargo, la opción es luchar contra internet y tildar a los internautas de "piratas" (la copia privada es legal en España) uniendo el fenómeno topmanta con el emule y confundiendo al ciudadano de a pié, que ni va al cine, ni se compra discos, ni sabe nada de cultura o intercambio de archivos, pero interpreta que hay gente mala por el mundo que se aprovecha de lo que hacen los autores.
Tras varias luchas, entre ellas la modificación de la Ley de Propiedad Intelectual llega la que parece ser la solución "el canon digital". Este tema trae de cabeza a todos, y despierta preguntas del tipo:

¿Por qué tengo que pagar un canon si yo no me descargo películas?
¿Por qué tengo que pagar un canon para grabar mis fotos personales en un cd?
¿Por qué tengo que pagar un canon por volcar en mi mp3, música que previamente en pagado?
¿Por qué tengo que pagar un canon si la copia privada es legal?

A pesar de todo el canon se aprueba y se aplica. Las entidades de gestión ven incrementados sus ingresos en porcentajes jamás vistos. La aplicación del canon trae también consecuencias al mundo digital, ya que los usuarios generan más y más sistemas de intercambio de archivos y sistemas de descargas, la postura general "si ya estoy pagando el canon, me puedo descargar lo que quiera"

Sin embargo, el tema no se desinfla, sino que contínua en la boca de todos. En el mundo de la música pierden las discográficas y las distribuidoras, se cierran tiendas de venta de discos, pero en contra partida aumenta el número de conciertos y festivales, así como la cultura musical del país.

En el caso del cine, el tema se viene abajo completamente. El joven mileurista (el que llega) sigue sin tener dinero para ir al cine, aunque le guste la sensación de ver la última de Indiana Jones en la gran pantalla y vivir un flashback a la infancia. Además, está pagando el canon, por lo que la descarga de películas se desenfrena. Pero, ¿qué se descarga la gente? pues bien, la mayoría de los jóvenes descarga películas americanas como Iron Man, Indiana Jones, y la larga lista de estrenos, también se comienzan a incluir películas de cine clásico, así como series de televisión, tanto nuevas como fuera de pantalla. La mayoría de los internautas no descarga cine español, ya que antes de internet tampoco iban a verlo al cine, salvo casos excepcionales como la saga de Torrente o el fenómeno Rec. El mundo de las series de ficción incrementa las ventas. El público se engancha a las series a través de la descarga, y termina comprándose la serie para poder ver todos los episodios de nuevo o simplemente porque sí.

Las entidades de gestión y los autores, vuelven a la carga, animados por la ley Sarkozy y con la perspectiva de la presidencia española de la Unión Europea. A este tema se le une otro, antiguo al mismo tiempo que vigente. El PSOE está devolviendo el favor a los artistas por las elecciones, el no a la guerra y todo lo demás. El PP aprovecha la coyuntura política para ponerse del lado de los internautas, pero ni se posiciona, ni da opciones reales. Aparece la plataforma Molina Pírate que intenta llamar la atención sobre las estrategias políticas en materia de cultura, internet y derechos de autor que se están llevando a cabo.

Con el objetivo de calmar al mundo del cine, además de desviar la atención sobre otros temas de interés, Zapatero destituye a Molina y nombra a González-Sinde como Ministra de Cultura, quitándole de encima sus responsabilidades en la Academia de Cine y pasando a defender los intereses de los autores y de la industria audiovisual desde un cargo público, algo que es denunciado por la asociación de internautas como un conflicto de interes. Además, nos recuerdan que la ministra es responsable, según la constitución de "facilitar el acceso a la cultura".

Aunque parecía que el primer objetivo era aplicar la Ley Sarkozy (te doy un toque cuando te bajes contenido ilegal y al tercero te desconecto la conexión) las empresas de telecomunicaciones se revelan y se empiezan a buscar otros mecanismos. Aparece el caso Pirate Bay, en el que se condena por primera vez a una web (que no aloja archivos, si no que los enlaza desde otros sitios) por lucrarse a través de la publicidad generada por el intercambio de archivos "ilegales".

¿Y ahora qué?

Pues ahora lo que pretenden es cerrar un acuerdo con los proveedores de internet, para que sean ellos los que nos bloqueen el acceso a páginas como Pirate Bay y similares. De ese modo, se aplica el modelo Chino, es decir, si no podemos acceder al contenido, no podremos descargarlo.

Este asunto despierta distintas cuestiones, que no parecen estar presentes en los medios de comunicación. Aquí algunas de las preguntas sin respuesta:

1. ¿Qué pasa con los contenidos bajo licencia Creative Commons?
Si se frena el acceso a las páginas, o programas como emule, se coarta el derecho de los autores que tienen sus obras bajo licencias Creative Commos, es decir, que permiten el intercambio y la descarga gratuita de sus obras a través de internet.
2. ¿Qué pasa con el derecho a la privacidad?
Si mi proveedor de internet está autorizado en post de un acuerdo con una entidad privada a facilitar los datos de sus usuarios, eso supone que están infriguiendo el derecho a la privacidad, así como la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal.
3. ¿Qué pasa con el derecho a la educación y la cultura?
Si no es posible acceder a películas que jamás se distribuirán en España, ni a música, que jamás se podrá ver en directo o comprar en una tienda española, el derecho a la educación y el derecho a acceder a la cultura, tal y como marca la constitución española, desaparecen. Si realmente, quieren ofrecer un acceso de calidad a la cultura, los acuerdos irían en otro sentido.
4. ¿Todo esto beneficia a los autores?
Pues básicamente nada si no eres Ana Belén o Ramoncín, puesto que las Entidades de Gestión seguirán siendo entidades privadas, formadas en su mayoría por abogados y cuyos socios con voz y voto, deben superar un nivel de ventas que ya mismo ni el Bisbal lo consigue. Es decir, el autor de a pié, esos autores reales que nos han dado momentos para soñar, seguirán sin ver ni un duro, como siempre.
5. ¿Por qué no se revelan los autores?
La mayoría por desconocimiento de la situación y por pura desidia. El efecto estrellita y la baja calidad de vida asociada al arte, hace que al final no defiendan sus derechos y terminen por entrar o no en el mercado de la música. Con internet esto ha cambiado, pero los autores que lo ven como positivo no tienen suficiente fuerza para contrarrestar a los grupos de presión que provienen de las Entidades de Gestión y las Industrias Culturales.

Efectos Colaterales

En esta guerra también hay efectos colaterales. Por un lado, ZP está perdiendo adeptos entre los jóvenes a pasos agigantados.

Además y según dicen los propios usuarios, que se encuentran entre indignados e indefensos, no bajarán las descargas, bajarán las conexiones, además de bajar la asistencia a los cines y la venta de música.

Por otra parte, disminuirán las oportunidades de los movimientos culturales de base que están optando por las licencias Creative Commons, así como la capacidad de las industrias culturales para generar nuevas estrellas, ya que no tendrán el impacto que hasta ahora.

Jugar con los datos de los usuarios que se conectan a internet en post de la cruzada contra la piratería, puede significar una pérdida significativa de nuestro derecho a la privacidad, además de generar nuevos colapsos en los juzgados para tratar temas que desvían la atención de otros mucho más importantes, como el medio ambiente, la educación, la corrupción política o ¿por qué un kilo de tomates me cuesta 3 € si no sabe a nada?


¿Y si buscamos soluciones entre todos?

Un autor está en Torrevieja, Alicante, con una nueva canción. A unos kilómetros de allí se encuentra una persona con conexión a internet interesada en esa canción, aunque aún no lo sepa. ¿Cómo se encontrarán el artista y su público?

1. Generar programas de intercambio de archivos, solo para contenidos Creative Commons.
2. Permitir la descarga de productos bajo copyright en programas solo para este tipo de contenido y bajo una cuota por MB descargados.
3. Portales de distribuidoras de cine, donde se puedan ver las películas online o bien, descargarlas a un precio que descuente los gastos de fabricación y packaging del DVD, así como los de distribución física. Estos portales tendrían que añadir nuevos contenidos, que solo ellos poseen, como merchandaising asociado a la película, escenas extra, cómo se hizo, entrevistas al directos o a los actores, posibildad de ver artículos que normalmente no están al alcance del público, como dossier de prensa, datos de audiencia en cines en su estreno, críticas de la película. Con los discos se podría hacer lo mismo.

A mi se me ocurren estas, si tienes más SOLUCIONES que aportar me encantaría que me enviaras un mail con tus ideas. Ante la guerra de los necios, tendremos que sacar el ingenio de los inquietos para construir un nuevo entorno para las industrias culturales.

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